PERSONAL(XIII)


La gente espera que seamos lo más parecido a ellos. Cualquier diferencia despertará recelos, desconfianza y miedo, aumentando o disminuyendo en intensidad según sea esta de mayor o menor grado.


Siguiendo la teoría, los amigos que tengamos serán en cierto modo parecidos a nosotros, las parejas que tengamos también, y en dicha categoría se circunscriben también los amigos.


Es la llamada ley de la atracción. A estas alturas no descubro nada, aunque a veces sea desesperante que haya personas que ni tan siquiera se den cuenta de ello. Y tal vez lo que es más triste no es que no lo vean, sino que no lo desean. No abren su mente a otras posibilidades. Hacer esto supondría un cataclismo que los mataría fulminados, metafóricamente hablando, o eso piensan.


Una buena forma de ignorar cualquier diferencia es vivir en la misma cama que la negación continua. Discutir cualquier opinión distinta a la nuestra, pelear con uñas y dientes por una porción de territorio que nos parece que es innegociable, decirle hasta a nuestra propia sombra que se equivoca al seguir nuestros movimientos, que lo que hace está mal, y por ende, vivir en un estado de tensión continuo.


Mucha gente vive de esta forma porque no sabe hacerlo de otra forma. Al final, cuando no se es flexible, consigues que el mundo te acabe dejando de lado. A nadie le agrada una persona que es fuente constante de tensiones y conflictos.


Si alguien tiene problemas continuos no es el mundo el que está mal diseñado o es incorrecto. Su forma de actuar no es la indicada. No sabe lo que es fluir.