Personal (V). Eso que a veces imaginamos que somos

006

A veces lo intento. A veces lo consigo. Sentirme bien con lo que tengo. Dar gracias al universo por las grandes lecciones que enseña cada día... En esos preciosos y no muy frecuentes momentos sé que existir es una gran bendición, que nada que pueda llegar desde afuera de mí puede hacerme daño o hacerme feliz, tanto da.

Nada de eso puede llenar las zonas vacías de mi alma, la falta de sueños y esperanzas, aquellas cosas que solamente uno mismo está capacitado para encontrar respuesta.
Escapar de la verdad es tan sencillo. No hace falta salir huyendo. Lo no-acción es muy efectiva para cercenar la creatividad, la ambición y las ganas de vivir. Dejarse llevar por la pereza es, lamentablemente, un comportamiento al que cuesta muy poco acostumbrarse.

Nos atiborramos con sobredosis de estímulos, aletargamos el silencio interior, nos olvidamos de ese espacio donde realmente somos.... Su lugar lo ocupan múltiples voces, pensamientos, nada más que parásitos que nos llevan al caos y a la confusión continuos.
Es curioso además el fenómeno que suele darse. Acostumbrados a una cierta frecuencia de estímulos, cuando estos desaparecen buscamos desesperadamente algo que los reemplace. Por supuesto, no podemos vivir sin ruido en la cabeza.
Bajo estos influjos, que normalmente, si no hay un trabajo consciente, nos acompañan durante toda nuestra vida, cualquier cosa que emprendamos nos cuesta más esfuerzo: no comemos cuando debemos con la pausa necesaria. No trabajamos con la debida atención ni entrega; al contrario, nos prostituimos, por más o por menos dinero, en trabajos en los que poco o nada hemos de aportar. Vamos por la vida imaginando futuros que normalmente siempre serán mejores que el agobiante presente que ignoramos mirar a los ojos. O preferimos vivir en un pasado lleno de espinas, cicatrices y heridas mal curadas que son nuestra penitencia perpetua que no permite que prosigamos el camino aprendiendo de las lecciones que nos da la vida pero sin que estas nos lastren en nuestro camino.

Bajo esta circunstancia, no está de más el darse cuenta que los aparentes obstáculos y dificultades con los que nos encontramos no dejan de ser meras distracciones que no tiene la importancia que les solemos dar.

La verdadera condena de la existencia es que realmente somos aquello que queremos ser, sin excusas de ningún tipo.

Poesías (II)

046

Siento mi interior
un fuego ardiente
quema mis entrañas
no lo soporto
y busco salir
escapar hacia donde
no sentir dolor
donde seré feliz
con la lluvia
cayendo sobre mi

Quema demasiado
pero eso fue ayer
ahora la llama no arde
son cenizas frías,
en su lugar
queda simple apatía

Algo no funciona
no sé el qué,
o no quiero saberlo,
quiero encerrarme
en mí mismo
y no salir,
pero no puedo,
siempre huyo
hacia adelante
hacia atrás
odiando, queriendo, odiando
siendo otro
escondido tras la máscara
de la indiferencia
o la del payaso

Personal (IV). Algo del pasado válido para hoy

Otra vez la agresividad no expresada, quemando por dentro, queriendo salir, se vuelve la protagonista. Incapaz de expresar fácilmente con la palabra, los actos, en su mayoría inútiles, se vuelven la única forma de avanzar. Esos actos, eso si, en su mayor parte carecen de dirección que les de fuerza. Son como los hijos descarriados que sin la guia oportuna, extravían su camino y van dando tumbos de aquí para allá.

Qué fácil es jugar el papel de pobre víctima atacada por el mundo y las circunstancias. Pero incluso esa actitud, llegada la comprensión, se volvió falsa y artificial por su estupidez. Las cosas sin sentido acaban desmontándose solas.
En muchas ocasiones, hasta me doy cuenta de lo que debo aprender de las personas con las que me voy cruzando. Hay otros casos en los que las emociones nublan tanto mi juicio que soy incapaz. Una tela espesa se interpone entre lo que creo que soy y lo que sucede alrededor.
Lleno de falsos conceptos, aún complico más lo que realmente es sencillo.






Textos (I)

T01

Un curandero a través de una pared de cristal, mojado por asusas y esperanzas. Un año, apuro, asusto, y canto embelesado, alocado de la todo, antes después de mas, canción plebeya de mañana, también sabe lo que es, as the magic isn't go anywhere.

T02

Un pez repta antediluviano, dos tercos puercosespines caminan sendas de sol y risa. Tres andurnias que giran el ojo ciego para freír al espíritu indómito. Más y más vendrán. Hay un reloj trastabilleando el sonido de los segundos de marfil. La oveja de la discordia vela como sus hermanas en las hogueras mudas. Caperuzas de veneno inocuo sumergen sus hadas y fallos en terrones de leche lechosa. La de antes, y la que vendrá, impolutas, caen, resbalan y ... ladean.

T03

No supe lo que era el dolor, la pérdida emocional más allá de un nivel teórico, hasta la temprana edad de trescientos años. Antes de ser un adolescente mi corazón había roto sus paredes de ámbar y cosido las telas de seda...
Abstemio del dolor, voluntario del ejército de los amurallados, invoqué entonces al espíritu pasado familiar, cónclave del árbol genealógico.
Nada preparó mi identidad para el frío de la nada que hallé entonces. Ni la lluvia sangrienta con la que se anunció mi venida al mundo resultó tan traumática. Allí comprendí, al fin, cual era mi destino.

T04

Antropófagos de palabras, escondidos entre los bultos de carne, urden tejumbres de ideas, desprovistas de maldad, amparadas bajo la cúpula de San Mateo, monumento clave en la historia de la ciudad de ...

Poesías (I)

A001

Duele,
y por eso la rabia
guardiana de los sentimientos
lanza a la caballería

La rabia
y eso es lo gracioso
no tiene ningún poder,
flota en la superficie,
solo hay que bucear

Pobre niñito herido
sigues queriendo defenderte
haciendo sin hacer
viviendo sin vivir
siendo sin ser

Deberías saber
mi niño querido
que no somos enemigos
somos partes
del mismo todo
nuestro aliento
da vida,
y la quita

Asumo que existes
por vez primera
no niego,
alumbro tu mazmorra
la convierto en palacio
y te libero,
mi niño querido.


A002

Un faro en la noche
se abre camino
por recovecos
y esquinas tenebrosas,
que desean absorber luz
que desean absorber oscuridad,
eterna compañera de la ignorancia


A003

Mujer de rasgos esculpidos en nada
dibujada en un cuadro de mignola,
buscas la ignorancia del olvido
ocultar el caos de tu interior,
confusión de emociones difusas
no a mi, hoy no.

Veo en tus ojos huidizos
siento tu respirar incoherente
la mirada perdida quien sabe donde.

Mujer mignoliana,
sonríe por mí,
por todos,
y el mundo sera más feliz.

Personal (III). El origen de las ideas

Todo pensamiento o afirmación es verdadero en su esencia, dentro de un limitado espectro de tiempo y duración. Pretender llevarlo más allá es una osadía.
Algunas afirmaciones, las menos, se basan en experiencias propias, y no en las ajenas, ya que sin proceso de verificación, nada de lo que decimos puede considerarse integrado en la conciencia.
Esa verificación, al fin y al cabo, es lo único que nos separa de ser unos meros repetidores de sentencias externas que nos parecen correctas y que concuerdan con nuestro proceso vital presente, o ni tan siquiera eso, nos gustaron en un momento dado y no nos hemos planteado el porqué siguen ahí.
Cuando de una forma natural se incorpora este pensamiento a nuestra conciencia, lo sabemos. Nada tiene que ver la mente en este proceso. En cambio, algo que podría ser la intuición nos avisa de que "eso" es real, y verdaderamente, no suele haber muchos momentos de esa magnitud.
Hay que buscar cada vez más seguir esa "intuición", y desconectar la mente. La energía así puede fluir en su total magnitud.

Personal (II). Pequeño análisis puntual

Me siento como si llevara sobre la espalda una mochila que pesara una tonelada, llena de prejuicios, prohibiciones y sobretodo un deseo de control imposible de cumplir por razones obvias.
Esa atención constante consume gran parte de mi energía; por eso no es extraño que cuando algo sucede en mi cuerpo, o más bien, cuando lleva tiempo sucediendo, no lo perciba hasta que es demasiado tarde.

Esto se ve claramente en las recurrentes "molestias" en la rodilla izquierda. Con el paso del tiempo, he podido constatar que cuando ocurren los episodios de bloqueo, se debe a la tensión constante que normalmente ejerzo en las piernas y en la cadera de forma casi inconsciente.
Ese comportamiento -la tensión continua- se ha vuelto natural en mí, y su principal causante es el intento de la mente de controlar y reprimir, que no me permite fluir sin más.
Es sintomático que en el último mes haya tenido tres episodios similares, dos en la rodilla izquierda y otro en la espalda -las llamadas lumbalgias-.

Al menos puedo decir que en el último de ellos, del que todavía me estoy recuperando, mi comportamiento tras el suceso fue distinto.
En esta ocasión, en lugar de parar toda actividad física hasta creerme recuperado, seguí con una serie de leves ejercicios que explicaré en otra entrada, para mantener un leve tono físico y sobretodo liberar ciertas tensiones de una forma controlada y saludable.

Según diversas teorías, la zona izquierda del cuerpo se corresponde con los sentimientos y lo emocional.
También se cita en diversas fuentes de que las rodillas tienen que ver con el orgullo, con el dinero y con la adolescencia.
Todas ellas son explicaciones plausibles de ser aceptadas tal cual, pero como he podido darme cuenta de que ninguna de ellas me satisface de forma completa, seguiré mi intuición para llegar al origen de la dolencia.
Aún no he comprendido del todo el mensaje que me manda el cuerpo, pero estoy preparado para escucharlo.

Deshaciendo nudos (I)

En primer lugar, quiero aclarar que las siguientes prácticas que aquí explico están extraídas del libro energía personal, de Antonio Blay, convenientemente adaptadas y modificadas para lo que yo creo que necesito en este preciso momento de mi existencia, aunque las bases permanecen en su esencia; si eso no se respeta se tergiversaría demasiado el propósito original de la práctica.

Las bases primordiales son:

-realizar las asanas y movimientos de forma consciente, prestando atención a la parte del cuerpo que más trabaja en ese momento.
-ejecutar los movimientos de la fase de desbloqueo con un tiempo máximo de diez minutos y sin realizarlo más de dos o tres veces a la semana. -hacer una relajación para integrar las energías que se han movilizado en la primera parte, y cuando se realice, en la segunda parte. Hay tres puntos claros a tener en cuenta: -la preparación y atención consciente a través de asanas de yoga y técnicas similares que no exijan un gasto considerable de energía ni de movimiento. -a través del movimiento y eventualmente del sonido, permitiremos la salida al exterior de esos impulsos que normalmente se reprimen, sin juzgar ni pretender analizar nada. Esta fase puede realizarse en silencio o con una música que nos ayude en el proceso. -la relajación, preferiblemente en una superficie rígida, léase el suelo, con una manta o esterilla, sin apoyar la cabeza en una almohada -eso produciría somnolencia-.










Personal (I). Eso que a veces se pierde


Que fácil es a veces olvidar los estados naturales de la condición humana. Nos encerramos en la mediocridad de los estados mas densos de la conciencia; su vibración nos es mas conocida. Es mas sencillo sintonizar con la negatividad. Siempre lo ha sido.

En cambio, lo que nos viene dado desde el nacimiento pronto lo olvidamos. Es irónico, que nuestros mayores regalos sean los primeros que dejamos olvidados.

Pero la intención de este escrito no es ahondar en lo que ya todos conocemos. Lo que pretendo aquí es recordar que debemos hacer lo posible por recuperar la risa como un estado primordial.

Cuando nos permitimos reírnos de todo y, principalmente de nosotros mismos, pocas cosas hay que nos puedan afectar. Nada de lo que hacemos tiene la importancia que normalmente le damos.

Dejarse llevar por esa ligereza hace que el tiempo transcurra más lentamente, y que en esencia, disfrutemos de uno de los principios máximos, el vivir el presente con todas sus consecuencias, sin preocuparse por nada más.

Parece difícil permanecer en este estado cuando nos vemos agobiados por infinitos problemas cotidianos, pero como tantas otras cosas, a la vez es tan sencillo y por eso nos parece tan ardua la tarea, que dudamos de que pueda llevarse a cabo.

No hay un clic, nada que nos avise de que ya estamos ahí, y sin embargo, todo fluye...

La música como terapia sanadora

Hoy inicio algo deseado largo tiempo. Compartir esas ideas, sentimientos y sensaciones que marcan los momentos de una vida. Como creo que la mejor de manera de comprender algo es hacerlo, no me extenderé más...

Me ha sorprendido, otra vez, lo lejos que me encuentro de mi centro. Ante un estimulo tan poderoso como un concierto, en este caso de guitarra española, las señales que me han indicado eso han sido terriblemente claras.
Nada más en el escenario que el interprete y un reducido numero de espectadores. Se hace el silencio. No hay acompañamiento, ni juegos de luces ni proyecciones, nada que permita desviarse de lo esencial de esta noche, sentir la esencia de la música en estado puro.

Comienza el concierto. El intérprete se sienta y comienza a tocar. Su técnica es prodigiosa,
y los pasajes más complicados técnicamente los resuelve con la brillantez y sencillez que otorgan la práctica y el genio.
Su mano derecha rasguea las cuerdas con precisión, unas veces con dulzura y otras con violencia, pero siempre con el punto justo de fuerza.
Su mano izquierda dibuja acordes, progresiones y notas que se elevan por el aire para transmitirnos la belleza primaria de un instrumento de cuerda resonando en un escenario.

Mi mente divaga en otros asuntos para no tener que comprometerse con lo que está sucediendo.
Un pensamiento, cosas por hacer, inconclusas, centran mi atención, estableciendo una barrera emocional que me separa de conectar realmente.
Cierro los ojos intentando conectar desde mi centro. Algo en mí se resiste. No te abandones, me susurra una vocecita, tal vez pierdas el control, imagino oír. A los pocos segundos abro los ojos de nuevo. Nada ha sucedido, sigo ahí, tan entero y desconectado como casi siempre. Nada se rompió ni cambió de lugar. Estoy a salvo de mi mismo por un rato.

Lentamente, percibo que los pensamientos que tengo pertenecen a una categoría muy definida: la de las cosas que tengo pendientes de terminar, o en ocasiones de empezar. De alguna forma, la creatividad que llega en oleadas incontenibles a traves de la guitarra despiertan en mí el deseo de ser creativo, conectan con mi fuente interior que anhela crear y ser algo más que una persona que alquila su tiempo a alguien que le paga con unos billetes de colores a final de mes.

Me relajo. Ya no me preocupo de pensar o no. Dejo que la música resuene en mi cuerpo. Primero la cabeza, luego el estomago, más tarde la rodilla, los pies. Todas aquellas zonas que están en desequilibrio vibran con las ondas sonoras.
Me siento bien, tranquilo y en paz. Es agradable dejarse llevar, abandonarse. Volveré a por ti a la salida, creo decirle a mi cabeza, y creo que asiente entre reproches, pero por una vez, no le hago caso.

Pasa el tiempo. Ya no siento vibrar una zona especifica de mi cuerpo. Vibro yo entero con la música, con el mensaje que transmite cuando se la percibe sin complejos, sin prejuicios ni expectativas. Tengo ganas de levantarme y aplaudir con entusiasmo cuando acaba una canción.
Algo me lo impide, el qué dirán, supongo, pero interiormente estoy jubiloso por ese cambio. Creo que por un rato he comprendido, no racionalmente, el mensaje del interprete, de aquella maravilla a la que he asistido.

A poco acaba el concierto, que ha ido subiendo en intensidad. Cuando mi animo se encuentra en su cenit, vuelve el silencio al escenario.