Poesías(VII)















234

Silencio oprimido
vas a la luz
arrasando con ruido
haciéndote notar
viejas resistencias
viejas recompensas
al alcance de la mano
listas para aquellos
que no temen avanzar
por caminos sin marca


235

Nada hay que no sea mio
solo a mi me tengo
una terca ilusión
que brota de la mente
del espíritu eterno
que guía mis pasos
cuando quiero escuchar


236

Tuve una vez el poder de crear universos
de estirar las manos y tocar las estrellas
de cantar sin propósito y llegar a lo infinito
de ver más allá de los velos de la mente
de imaginarme como casi nunca soy capaz
de expandirme y crecer sin límite
de romper el cascarón de lo mundano
de sonreír por mí y por toda la creación
de abrazarme y abrazar a la vida
de olvidar si soy uno u otro
de tener un orgasmo sin final
de multiplicarme en muchas nadas sin definir
de ser silencio, creación y muerte al tiempo

Lo que se afloja















Maravilloso el entorno que nos rodea. Responde instantáneamente a nuestras acciones, pensamientos, nuestros estados de ánimo.
Todo lo dicho es absurdamente obvio. Y por el hecho de ser así no le prestamos atención.

Ahí nos equivocamos. La dificultad, aparente o no, de una técnica o manera de comportamiento o acción, no reside en su apariencia, como realmente todas las cosas en esta vida, sino en el empeño con que la afrontemos.

Dentro de la sociedad donde nos hallamos englobados, la cultura del esfuerzo se encuentra en lo más alto de la escala. Si algo no es conseguido con el tristemente famoso sangre, sudor y lágrimas,
no parece ser digno de atraer nuestra atención. Y con esto no quiero indicar que sea necesario tirar por la vía que presente menos dificultad. No es exactamente eso.

Lo que diferencia una simple intención de un hecho es solamente el empeño que ponemos en el, cosa bien distinta de la cultura del esfuerzo.

Intención positiva y sobretodo constancia. Nada hay en ello que deba ser entendido como negativo. Si al final se le adhieren alguna de estas pegatinas que solemos sacar tan a menudo de nuestro recetario personal es porque nadie nos ha dicho que podemos comportarnos de otra forma, o ni tan siquiera nos hemos planteado algo similar.

Grande fue mi sorpresa cuando descubrí en la siguiente página

http://circulosdeluz.ning.com/

gran lugar para adentrarse en el autoconocimento y las técnicas de sanación, una práctica que me llamó la atención.

La técnica en sí era bastante simple. No quejarse de nada durante 21 días. Algo sencillo de conseguir con el suficiente empeño :) . Es algo similar a desprogramar un juguete que automáticamente reacciona a cada impulso, por diferente que sea, de la misma y repetitiva forma. Al principio te descubres accionando ese patrón sin ni siquiera ser consciente. Poco a poco descubres que ese patrón te está robando demasiada energía que podrías estar utilizando de mil formas posibles.

Paulatinamente te das cuenta de que un cierto silencio se apropia de tu cabeza. Si no estás reaccionando de forma inconsciente te haces más consciente, aunque suene redundante, de cosas que antes prestabas por alto.

Tal y como se explica en la técnica, el no quejarse no implica no poder decir aquello que se piensa, siempre que sea con propósito constructivo, cosa muy distinta de la queja sistemática y destructiva.

Adoptando esa forma de proceder nos causamos daño, el corazón se nos cierra, no aceptamos nada que no provenga de nosotros, cosa que causa dolor y rabia. Nada, en suma que nos beneficie en ningún sentido.

Por eso, en general, debe adoptarse la conciencia como nuestro gran aliado a la hora de comportarnos en la vida.

Conocimiento del entorno que nos rodea y conocimiento de nosotros mismos aplicado a una mejor experiencia de nuestro paso por la tierra.

Un tránsito que puede ser o un mal viaje o la mayor de las maravillas que podemos vivir.

Experiencias(III)


Entregarse a la madre tierra. Sin pretensiones. Relajar el cuerpo. Concentrarse en la respiración. Tal vez la música ayude.
El cuerpo se vuelve más pesado. La percepción o la falta de ella se manifiestan ahora. Aquellos puntos de tensión que normalmente solo se intuyen ahora se hacen más visibles. Está bien.
Aquello que es verdadero sale a la superficie. Paz mental. Silencio.
Lo que debe hacerse a cada momento se ve ahora claramente. No hay juicios. Nada está fuera de lugar. El sentido de pertenencia se acrecienta.
Fluir sin pretensiones. Nada hay que deba esperarse. Lo que sucede está bien. En su momento. El justo.
Unirse con uno mismo y con todo. No hay barreras que puedan detenerlo. Solamente las propias.
En el centro del aparente caos no hay lugar para la paranoia y la rigidez mental y física.
No hay más norma que el amor por lo que se es y por lo que es.

Absurdos(III)














Siempre afuera, deambulando, cien represiones audaces quieren emprender el vuelo. Noches de noches que existen. Días que tosen soles de plastilina para este y para aquel. Huelo muerte putrefacta. Ni todos los billetes del mundo pueden curar la ambigua soledad de la existencia.

Un elefante de marfil albino reposa sobre mi sien, su trompa incrustada hasta el cerebro de lo universal, de lo propio. Siento aullar a las flores bisiestas que acunan tesoros de alcoba y duchas espigadas.

Cedo el paso a terribles infamias que van con prisa a quien ignora como. Llantos curiosos caminan a la izquierda del valle. Quien vaya por el centro respira el aire de ayer para no dejar de vivir antes y fuera de comprensión.

El pulmón agnóstico conduce un auto de diligencias sin caballos. Los besos amordazados en la sala silban trogloditas latinados para los cerdos que reman los botes de pepinillos que nadie compra.

absurdos(II)















Mi piel se volvió piel, cuando a nadie jamás se le ocurrió que esa cortina de color tibio que cubría las ventanas de nuestro comedor pudieran tener otro uso y sin embargo así fue cuando se lo propuso.
La voluntad redentora de la nuevantigua cubreventanashuesosvisceras resultó determinante en la creación de la asociación poliuretana taladramorfa, cuya sede central se ubica donde deba ubicarse. Gateantes, jamás después del fundador, una mancha humana de sudor abría el paso y rompió ilusiones de pajarillo muerto entre la multitud de simpatizdespués que observaban desde allá, en los abajos.
Una queja formal en papel, dije para mis adentros, y nadar jamás sería lo que no pudo ser. Mis manos mismamente no dejan de aspirar el humo de los cienmil tabacos y a tener un carrera humiversitaria como toda mano que se desprecie debe tener.
Y mierda si nadie quiere saber lo que resbala por lo inconsciente. Jamás pretendí saludar con el intelecto en lugar de con la intención. Ningún suspiró murió antes de tiempo. Y para dejar constancia, caí lo más abajo posible, debajo de los límites que nadie quiso aspirar. Misteriosamente, donde nada hubo, no hubo búhos, que curioso.