Absurdos(III)














Siempre afuera, deambulando, cien represiones audaces quieren emprender el vuelo. Noches de noches que existen. Días que tosen soles de plastilina para este y para aquel. Huelo muerte putrefacta. Ni todos los billetes del mundo pueden curar la ambigua soledad de la existencia.

Un elefante de marfil albino reposa sobre mi sien, su trompa incrustada hasta el cerebro de lo universal, de lo propio. Siento aullar a las flores bisiestas que acunan tesoros de alcoba y duchas espigadas.

Cedo el paso a terribles infamias que van con prisa a quien ignora como. Llantos curiosos caminan a la izquierda del valle. Quien vaya por el centro respira el aire de ayer para no dejar de vivir antes y fuera de comprensión.

El pulmón agnóstico conduce un auto de diligencias sin caballos. Los besos amordazados en la sala silban trogloditas latinados para los cerdos que reman los botes de pepinillos que nadie compra.

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