POESÍA (XI)

















Desliza los pies por la vigilia del sueño,
alma inmortal que buscas emociones,
y recuerda,
no lo olvides nunca,
que allá donde mires a ti te hallaras
un reflejo de lo que odias
un anhelo de lo que reflejas,
alguien al que conoces
alguien al que no comprenderás jamas.

Siempre huyendo,
perseguido por la niebla del olvido
compañera fiel que camina a nuestra vera
suspirando y guiando mis, tus, sus pasos
en la búsqueda de algo sin término,
una metáfora que sea imperfección eterna,
una nada sin definir,
esa fiesta que vive y llora
lejos de arrecifes y peñascos,
entre las sombras y los hombres sin agallas,
cobardes que viven sin respirar y
ven sin querer vivir,
tropezando con estatuas de sal,
marionetas que danzan y bailan al aire
como pago por el espectáculo.

Qué fácil es rendirse y ver el muro,
claudicar y abandonar el tren postrero,
el que siempre va y nunca vemos.
No es tiempo ya de olvidar y...
Basta ya de huidas sin moverse del sitio,
basta ya de enfrentarse yéndose a otro lugar.
El destino se juzga igual en la ciudad sin nombre,
en la cama del moribundo
y en el amanecer de cada día eterno.
¿Juegas?

meditación de conexión con la tierra


Ponte en una postura cómoda. Cierra los ojos. Realiza una respiración profunda y lenta. A continuación vamos relajando el cuerpo, empezando por los pies y relajando cada parte, hasta llegar a la cabeza.

 Cuando estés relajado, imagina que desde la base de tu columna surgen unas raíces que se hunden en la tierra. Visualiza ahora que a través de esas raíces absorbes la energía de la tierra, de color plateado, y la llevas a todo tu cuerpo. Cuando te sientas lleno de esta energía visualiza que con cada respiración al inspirar absorbes esa energía de la madre tierra y al expirar devuelves amor al planeta tierra, ese gran ser vivo que nos acoge y nos permite existir a todos nosotros.
 Disfruta con ese flujo de energía y amor todo el tiempo que consideres necesario.
 Regresa al momento presente. Toma conciencia de tu cuerpo de nuevo. Abre los ojos.

Poesía (X)



 
Me olvido de ser,
busco consuelo
en lugares lejanos
y sendas oscuras.
Nadie me encuentra
y los lobos cuidan de mí,
forjo mi destino
entre zarzas y barro
lejos de los hombres
ajeno a las palabras

*****

Escribo mi vida
entre letras y silencios
y sueño el mañana







Meditación con amatista





Nos ponemos en una posición en la que estemos cómodos, ya sea sentados o tumbados, con una amatista en la mano, y cerramos los ojos.
 Ahora hacemos una respiración profunda. A continuación pensamos en algo que nos perturbe, como estrés mental, una idea obsesiva, un temor, insomnio, miedo a la soledad, y volvemos a respirar profundamente.

 Concéntrate ahora en la amatista que sostienes. Imagina que puedes conectar con ella, con su vibración, y deja que vuestras energías se fundan. Permite que su energía y color se extienda por tu cuerpo y por tu aura. Si en algún momento sientes que piensas en otra cosa, concéntrate de nuevo en la energía del mineral.

 Sigue sumergiéndote en la amatista , relajándote cada vez más, permitiendo que la vibración del cristal entre en ti.

 Céntrate ahora en él, mira a ver si coenctas con algún mensaje que el mineral tenga para ti...

 Coloca ahora la amatista en el centro de la frente y sentimos su energia sanadora actuando en nosotros.

 Lleva ahora la amatista al centro del pecho y visualiza la emoción que quieres transformar. Siente como actua la energía sanadora  de la amatista y nos proporciona paz, bienestar y confianza. Poco a poco la emoción que nos agobiaba se diluye y desaparece.

 Una vez nos sintamos liberados, la llevamos de nuevo a la frente. Ahora nos centramos en las ideas
o pensamientos que nos están frustrando, y visualizamos como desde la gema emana un rayo de luz violeta que envuelve nuestra cabeza completamente. Esta luz absorbe todo lo que nos hace daño y lo
transforma en paz y relajación. Nos aporta confianza en nosotros mismos y tranquilidad.

 Una vez que hayan menguado los pensamientos confusos llevamos la gema hasta debajo de nuestra boca, respiramos sobre ella y le damos las gracias.

 Siente que su energía, que recorre todo tu cuerpo te vigoriza y te llena de energía.

 Cuando notes que debes terminar céntrate de nuevo en el cristal y ve saliendo poco a poco del estado de relajación.

 











Relajación (I)


Introducción

 Para empezar túmbate en el suelo, sobre una superficie mullida, una colchoneta, esterilla, una manta o similar. De esta manera se pretende apoyar la espalda totalmente, cosa que no conseguiríamos en la cama. Para tal fin puede ayudar que coloques cojines, almohadas o algo blando bajo las rodillas para favorecer que las lumbares estén totalmente planas.

 Queda a la elección de cada uno el apoyar la cabeza utilizando una almohada o no, dependiendo de lo cómodo que se este o no con ella. Si utilizamos una, lo más normal es que nos quedemos dormidos en el proceso de relajación, aunque eso no es negativo. En todo caso, con algo de práctica conseguiremos realizar la rutina completa sin abandonarnos al sueño.

 Es aconsejable cubrirse con una manta o similar, ya que normalmente al acabar la relajación nuestra temperatura corporal habrá descendido. Si llevamos una ropa cómoda, sin cinturones ni nada que nos apriete facilitaremos la propia relajación.

 Sería conveniente realizar la relajación en un lugar donde sepamos que no vamos a ser importunados durante el tiempo de la misma. Para ayudarnos en el  proceso podemos recurrir a música relajante, que puede sonar en el ambiente o  a traves de unos auriculares. Si nos sentimos cómodos con ellos, también podemos utilizar tapones para los oídos.

 Yo recomiendo una duración de entre veinte y treinta minutos para poder hacerla con tranquilidad. Aunque si dispones de menos tiempo siempre es mejor dedicar cinco o diez minutos de tu tiempo a ti mismo que nada, evidentemente.

Tal vez al principio notes que alguna tensión que tienes en el cuerpo, seas consciente o no de ella, se hace visible mientras realizas la relajación. El hecho de que aparezca esa tensión es positivo, ya que la estas trayendo a tu nivel de atención consciente. En el momento en el que somos capaces de prestar atención a algo, estamos en el primer paso para poder afrontarlo.  El hecho de percibir esa tensión no significa que ahora estemos peor, al contrario. Si perseveramos, esa tensión se aflojara en unas cuantas sesiones.



Relajación

 Cierra los ojos. Realiza una inspiración profunda, imaginando que respiraras con todo tu cuerpo. Ahora, mientras mantienes el aire en tus pulmones contrae todos los músculos de tu cuerpo durante tres segundos. Ahora expulsa todo el aire y relájate completamente. Realiza esta secuencia una vez. Si te sientes cómodo con ella puedes realizarlo un par de veces más.

 Presta atención ahora a la respiración. Concéntrate, sin forzarla, dejando que siga su curso natural, en la fase en la que sueltas el aire. Visualiza que la tensión se va de tu cuerpo con el aire que expulsas. Mantén esta práctica durante unos minutos.

 Comienza ahora un recorrido por tu cuerpo. Visualiza ahora en toda esta secuencia tanto lo interno como lo externo: huesos, músculos, tendones, órganos y piel, de dentro hacia afuera, teniendo como objetivo en todo momento el relajar de forma consciente tu cuerpo recorriéndolo en su totalidad.
 Empieza desde abajo hacia arriba. Pie derecho, rodilla y muslo hasta llegar a la cadera. A continuación pie izquierdo, rodilla y muslo. Ahora relaja la cadera, vientre, estómago, órganos internos, pecho, los pulmones y el corazón. Seguidamente la espalda en toda su extensión. Ahora el brazo derecho, desde la mano, pasando por el codo, hasta llegar al hombro. Ahora la mano izquierda, codo y llegamos al hombro izquierdo. Ahora el cuello, y finalizamos con la cabeza.

 Realiza nuevamente el recorrido, pero en esta ocasión concentrate en sentir como te "hundes"poco a poco en el suelo. Comenzamos por el pie derecho, rodilla y muslo hasta llegar a la cadera. A continuación pie izquierdo, rodilla y muslo. Ahora la cadera, el vientre, el pecho y la espalda en toda su extensión. Continuamos por el brazo derecho, la mano y el codo hasta llegar al hombro. Ahora la mano izquierda, codo y llegamos al hombro izquierdo. Terminamos con el cuello y la cabeza.
 
 Ahora vamos a entrar en el último paso de nuestra relajación. Imagina que mientras inspiras te llenas de energía, y al expirar expulsas cualquier tensión que puedas tener en tu cuerpo. Mantén esta práctica durante unos minutos.

 Poco a poco vuelve a sentir tus pies y manos, las extremidades, el tronco, la cabeza. Desperézate si lo consideras necesario. Abre los ojos y disfruta de este nuevo estado.





Absurdos (VIII)


Ningún no podrá caramelo.
 Vivo en un cuento de mil demonios, sin creármelo ni con gafas de disminución.
 En realidad me siento peor por no estar de pie.
 Ca valgo más de lo pre visto, lugar anterior a la visión futura.
 Nada se consigue sin esperarte lo un rato.
 Cierto olor, verdad fétida, ciudad mal dicha.
 Torcido como el renglón que no va a ninguna comparte me dejo irme a lugar alguno.
 La tristeza me encumbre, mirando una caída de indiferencia bursátil, el juego de niños inmaldados, esa tu niebla de los in comprendido s.
 Se lleno de l polvo que no quieres des vestir. Sin vuelta s atr as, alto y descaro.
 Se me duer me la es pe ranza de parecer in crédulo.
 A veces me desvisten sien do un in solito solo uno, siempre para donde.
 Inundo tu buzón de silencio con la fuerza del la suplica re petida.
 Te arro dilo las rodillas sin sentirlo.
 Alguno delante más son, ríe, detrás de las secas espadas en ninguno lo bajo.
 Bolsillo vacío de mínimas intenciones, en el juego de suspirar por lo ajeno para sentir lo propio.
   

Subidas y bajadas

 
No se que decir. No se que hacer. El vacío que amenaza con devorarme es infinito. Nada lo sacia. 
A veces soy crítico con el mundo y conmigo. A veces me vuelvo indispensable para otra persona. A veces soy el mejor y siempre compito. A veces busco aquello que se que no tendré. A veces me mantengo apartado e inaccesible. A veces dudo sobre que hacer. A veces no me comprometo, y busco aventuras. A veces me gusta tener el control y discutir. Y a veces comprendo mejor a los demás que a mí mismo. A veces...

 Siempre se oye esa voz que te susurra: -déjalo, solo por esta vez. Podrás volver cuando quieras. Todo seguirá igual, te lo juro. ¿Para que esforzarse? Hazme caso, mejor descansa.
 
 Conozco el camino. Las herramientas siguen ahí. Aparecieron a lo largo de los años. Yo solamente me fijé en unas y descarté otras. Tengo constancia. Conozco mis límites. Lucho por mis objetivos. No me detengo, pese a saber que nunca llegaré, El camino no termina. La perfección es efímera, inalcanzable, sublime objetivo. 

  Mi destino, el nuestro, el de todos, es ser lo máximo que podamos en esta vida, ahora sin excusas, sin quejarse de nada ni de nadie, haciéndonos dueños de nuestro presente. Sin ataduras, agradeciendo a los que estuvieron, a los que no supimos ver cuando pasaron por nuestro lado, a los que parece que son una piedra en el zapato, a los que estarán y sobretodo a mi mismo, a ti, al otro...