Absurdos (VIII)


Ningún no podrá caramelo.
 Vivo en un cuento de mil demonios, sin creármelo ni con gafas de disminución.
 En realidad me siento peor por no estar de pie.
 Ca valgo más de lo pre visto, lugar anterior a la visión futura.
 Nada se consigue sin esperarte lo un rato.
 Cierto olor, verdad fétida, ciudad mal dicha.
 Torcido como el renglón que no va a ninguna comparte me dejo irme a lugar alguno.
 La tristeza me encumbre, mirando una caída de indiferencia bursátil, el juego de niños inmaldados, esa tu niebla de los in comprendido s.
 Se lleno de l polvo que no quieres des vestir. Sin vuelta s atr as, alto y descaro.
 Se me duer me la es pe ranza de parecer in crédulo.
 A veces me desvisten sien do un in solito solo uno, siempre para donde.
 Inundo tu buzón de silencio con la fuerza del la suplica re petida.
 Te arro dilo las rodillas sin sentirlo.
 Alguno delante más son, ríe, detrás de las secas espadas en ninguno lo bajo.
 Bolsillo vacío de mínimas intenciones, en el juego de suspirar por lo ajeno para sentir lo propio.
   

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