Relajación (I)


Introducción

 Para empezar túmbate en el suelo, sobre una superficie mullida, una colchoneta, esterilla, una manta o similar. De esta manera se pretende apoyar la espalda totalmente, cosa que no conseguiríamos en la cama. Para tal fin puede ayudar que coloques cojines, almohadas o algo blando bajo las rodillas para favorecer que las lumbares estén totalmente planas.

 Queda a la elección de cada uno el apoyar la cabeza utilizando una almohada o no, dependiendo de lo cómodo que se este o no con ella. Si utilizamos una, lo más normal es que nos quedemos dormidos en el proceso de relajación, aunque eso no es negativo. En todo caso, con algo de práctica conseguiremos realizar la rutina completa sin abandonarnos al sueño.

 Es aconsejable cubrirse con una manta o similar, ya que normalmente al acabar la relajación nuestra temperatura corporal habrá descendido. Si llevamos una ropa cómoda, sin cinturones ni nada que nos apriete facilitaremos la propia relajación.

 Sería conveniente realizar la relajación en un lugar donde sepamos que no vamos a ser importunados durante el tiempo de la misma. Para ayudarnos en el  proceso podemos recurrir a música relajante, que puede sonar en el ambiente o  a traves de unos auriculares. Si nos sentimos cómodos con ellos, también podemos utilizar tapones para los oídos.

 Yo recomiendo una duración de entre veinte y treinta minutos para poder hacerla con tranquilidad. Aunque si dispones de menos tiempo siempre es mejor dedicar cinco o diez minutos de tu tiempo a ti mismo que nada, evidentemente.

Tal vez al principio notes que alguna tensión que tienes en el cuerpo, seas consciente o no de ella, se hace visible mientras realizas la relajación. El hecho de que aparezca esa tensión es positivo, ya que la estas trayendo a tu nivel de atención consciente. En el momento en el que somos capaces de prestar atención a algo, estamos en el primer paso para poder afrontarlo.  El hecho de percibir esa tensión no significa que ahora estemos peor, al contrario. Si perseveramos, esa tensión se aflojara en unas cuantas sesiones.



Relajación

 Cierra los ojos. Realiza una inspiración profunda, imaginando que respiraras con todo tu cuerpo. Ahora, mientras mantienes el aire en tus pulmones contrae todos los músculos de tu cuerpo durante tres segundos. Ahora expulsa todo el aire y relájate completamente. Realiza esta secuencia una vez. Si te sientes cómodo con ella puedes realizarlo un par de veces más.

 Presta atención ahora a la respiración. Concéntrate, sin forzarla, dejando que siga su curso natural, en la fase en la que sueltas el aire. Visualiza que la tensión se va de tu cuerpo con el aire que expulsas. Mantén esta práctica durante unos minutos.

 Comienza ahora un recorrido por tu cuerpo. Visualiza ahora en toda esta secuencia tanto lo interno como lo externo: huesos, músculos, tendones, órganos y piel, de dentro hacia afuera, teniendo como objetivo en todo momento el relajar de forma consciente tu cuerpo recorriéndolo en su totalidad.
 Empieza desde abajo hacia arriba. Pie derecho, rodilla y muslo hasta llegar a la cadera. A continuación pie izquierdo, rodilla y muslo. Ahora relaja la cadera, vientre, estómago, órganos internos, pecho, los pulmones y el corazón. Seguidamente la espalda en toda su extensión. Ahora el brazo derecho, desde la mano, pasando por el codo, hasta llegar al hombro. Ahora la mano izquierda, codo y llegamos al hombro izquierdo. Ahora el cuello, y finalizamos con la cabeza.

 Realiza nuevamente el recorrido, pero en esta ocasión concentrate en sentir como te "hundes"poco a poco en el suelo. Comenzamos por el pie derecho, rodilla y muslo hasta llegar a la cadera. A continuación pie izquierdo, rodilla y muslo. Ahora la cadera, el vientre, el pecho y la espalda en toda su extensión. Continuamos por el brazo derecho, la mano y el codo hasta llegar al hombro. Ahora la mano izquierda, codo y llegamos al hombro izquierdo. Terminamos con el cuello y la cabeza.
 
 Ahora vamos a entrar en el último paso de nuestra relajación. Imagina que mientras inspiras te llenas de energía, y al expirar expulsas cualquier tensión que puedas tener en tu cuerpo. Mantén esta práctica durante unos minutos.

 Poco a poco vuelve a sentir tus pies y manos, las extremidades, el tronco, la cabeza. Desperézate si lo consideras necesario. Abre los ojos y disfruta de este nuevo estado.





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