Por entre las piernas del mundo existe una apestosa mediocridad. Falsos falos se yergen al sol, desafiantes. Monumentos declarados patrimonio de la falidad. Mi dulce idea del mundo.
La tela de araña es majestuosa en su enormidad. A veces prefiero ser la víctima, y las menos, verdugo de la palidez.
Terco hasta para imaginar, estrello una y otra vez la cabeza hueca que alquilaron los hombros para no sentirse solos contra paredes que no están. Suena a pulpa quebrada liquida. Ciertas ideas se desparraman. Arte sin imaginación podría llamársele.
La turca tiñe de azar los surcos de su ajado rostro. Donde no hubo libertad anidan ahora expresiones de dolor...
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