TEXTOS(VII)




















Huir. Anhelos de acción. El cerebro arde furibundo. Ganas de expulsar el veneno, defecar del todo de una vez y por siempre lo superfluo. Dejarse sentir por la pureza.

Empieza la fluidez. Mente despejada. Nada es lo que parece.

Salpican la vida los deseos surgidos del corazón. Suspiros de niños que cierran el baúl de lo olvidado.

No pueden dejar atrás el dolor de lo que no puede morir, la ternura de un gesto inacabable, la delgada tortura que no empieza porque jamás lo hizo.

Los mensajes para los sordos se agolpan en telones de papel. Nadie sabe que hacer con ellos. La opresión parece fundirse poco a poco.

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